La obesidad y infantil su relación con el uso de dispositivos tecnológicos

Al día de hoy cada vez es más frecuente encontrar casos de sobrepeso en niños debido a la proliferación del consumo de comida procesada y el sedentarismo que traen consigo las nuevas rutinas, basadas en la popularización de las nuevas tecnologías. Así, queda demostrado que la obesidad infantil y en adultos ha llegado a ser un problema mundial de carácter epidemiológico.

Estudiar los factores relacionados con el origen y el desarrollo de la obesidad deberían permitir la actuación temprana y precoz tanto a nivel individual como grupal, evitando así la expansión de esta enfermedad típica de este siglo. Uno de los causantes de la obesidad infantil, sería el uso de medios de comunicación electrónicos, fomentando la inactividad y el consumo desproporcionado de alimentos excesivamente calóricos.

Combatir la obesidad infantil con hábitos saludables

Inculcar una alimentación saludable y la realización de ejercicio físico es un deber fundamental de los padres y profesores a la hora de combatir el sobrepeso en niños. Es más, no porque hagan mucho deporte tienen que ser niños sanos, ya que la salud comienza por el interior, y el alimento es la base: nuestra gasolina, nuestros ladrillos. Si tenemos que escoger entre “alimentación sana” o “multitud de actividades deportivas extraescolares”, ganan por goleada los buenos hábitos alimenticios.

Es cierto que el estilo de vida ha cambiado radicalmente en muy poco tiempo: padres y madres trabajadores, horarios incompatibles, falta de tiempo y acelerados ritmos de trabajo hacen que los progenitores no dediquen el tiempo que les gustaría a sus pequeños, manteniéndolos entretenidos con vídeos interactivos y golosinas.

Se ha comprobado a su vez que los factores que intervienen en dicho problema se deben tanto a una disminución de la actividad física, que es acrecentada por tener que permanecer sentados para utilizar dichas tecnologías, así como la promoción que hacen determinados anuncios televisivos sobre el consumo de alimentos hipercalóricos.

Generar hábitos de alimentación adecuados en la familia promoverá conductas saludables en los más pequeños y así evitará la aparición de obesidad infantil. Los adultos son el ejemplo a seguir por los niños, por lo cual adoptarán rutinas similares a los adultos en las que se desarrolle un estilo de vida saludable con una alimentación equilibrada y actividad física.

Los preparados comestibles y el sobrepeso en niños

Hoy en día para comprender el concepto de nutrición adecuada nos vemos obligados a ser críticos con qué comemos. El mercado se ha visto invadido de preparados comestibles (platos precocinados, deshidratados, salsas, golosinas, embutidos, panes de molde, zumos, refrescos, edulcorantes artificiales, bebidas energéticas) y cada vez más reducimos el consumo de alimentos reales (cereales, huevos, legumbres, verduras, hortalizas, frutas, carne, pescado), fomentando así el sobrepeso en niños y adultos.

La industria alimentaria – ayudada por nuestra dejadez – ha conseguido que los más pequeños sean incapaces de diferenciar estos dos conceptos; incluso los adultos creen que preparados alimenticios como una pizza precocinada o unos cereales azucarados para el desayuno son alimentos.

Por tanto, la alimentación no puede entenderse como un número de calorías al que hay que llegar diariamente. Los alimentos no son calorías, debemos entenderlos en su conjunto:

Hidratos de carbono:
aportan energía, intervienen en los mecanismos de reconocimiento celular y por tanto en el sistema inmune.

Proteínas:
permiten obtener sus aminoácidos para regenerar tejidos, permiten el intercambio celular.

Lípidos:
también conocidos como grasas, constituyen nuestra reserva energética, forman parte de nuestras membranas celulares.

Minerales:
intervienen en la obtención de energía, en la formación de hueso, etc.

Vitaminas:
permiten llevar a cabo reacciones químicas básicas en el cuerpo.

Además, los alimentos necesitan de un tiempo de tránsito por el aparato digestivo para la absorción de sus nutrientes, de ahí la importancia de la fibra presente en el alimento regulando ese tiempo de paso. Por tanto, alimentaciones desequilibradas y digestiones rápidas pueden ser el origen de carencias nutricionales, desencadenado diversos síndromes, patologías en el crecimiento, retraso cognitivo o debilidad inmunológica, todo ello debido a la falta de algunas de estas biomoléculas.

Volvamos a los pucheros, a los potajes a fuego lento, a la tostada con un buen chorreón de aceite, al pescado azul,… pero por supuesto, debemos ser conscientes de que no vivimos en una burbuja de salud, y que dar algún capricho comestible puntual a los niños no es malo, pero sólo si se hace con cabeza, nunca sin control. Muchas veces, la solución pasa por un profesional que será capaz de crear menús saludables y divertidos para los más pequeños, reduciendo la incidencia de la obesidad infantil.

Fuente: https://medac.es/

Categorías: Informes

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